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martes, 15 de julio de 2008

El gallero

Septiembre 24, 2006Texto: Marcia Barzola Castro Fotos: Martín HerreraLa afición por los gallos de pelea hace que Ricarte Martínez Arellano trabaje dos o tres veces por semana con 18 animales que cuida en el suburbio oeste de Guayaquil. La jornada de entrenamientos es bastante intensa.En el suburbio guayaquileño, en un terreno de la 30 y Venezuela, vive Ricarte Martínez Arellano, milagreño de 80 años que hace más de medio siglo, cuando migró a la ciudad, trajo una pasión que heredó de su padre: la reproducción, cría y entrenamiento de gallos de pelea.Él se inició en esta actividad hace más de 70 años, cuando veía cómo su papá, Jacinto Martínez, seleccionaba las mejores crías para que se conviertan en los reproductores. Pero lo que más trabajo exige a todo gallero, dice Ricarte, es adiestrar a los animales adultos unas dos o tres veces por semana, dependiendo de las competencias que tengan.La jornada del gallero comienza temprano. Su primera preocupación, cuando raya la aurora y los animales anuncian con su insistente canto que amanece el día, es alimentarlos con maíz molido. Conforme va saliendo el sol Ricarte comienza a sacar a los animales de unos casilleros, "para que calienten los huesos", expresa.Después sigue la jornada de entrenamientos, que para cada gallo debe ser de veinte minutos, el doble del tiempo que dura la competencia. Antes de eso, el gallero coloca un taco (pedazo de tela) en las espuelas del animal para que cuando haga un tope (principal ejercicio de pelea en el entrenamiento) con otro rival del gallinero no se hagan daño.A toda la jornada de trabajos él la denomina correteo, pero también le llama corretear a un ejercicio en el que mueve en forma permanente a un gallo con sus manos, como si fuera una carnada para que el animal que hace ejercicios corra de un lado para otro en su intención de pegarle un espuelazo.El ave también trabaja en la cuerda. Para eso lo pone en un cordel de alambre y lo mece despacio de un lado para otro. En ese instante, dice, el gallo mejora su equilibrio porque se esfuerza para no caerse. Luego lo pone en el piso y lo coge con cuidado del rabo para hacerle trabajar las piernas, las que si pierde la pelea, junto a todo su cuerpo, terminarán hornados con papas y "un buen tinto", dice el gallero.Cuando termina el entrenamiento el ave ha acumulado líquido en el interior de su pescuezo y para limpiarlo el gallero le introduce una pluma por el pico. Al final expulsando agua de su boca le da una especie de baño y le pasa limón para lavarle el plumaje que luce brillante.Un buen entrenamiento permitirá que el ave salte unas cinco u ocho veces al ruedo, donde su dueño podrá ganar desde 50 hasta 1.000 dólares. Todo dependerá de su calidad para poder vencer a los rivales.
Fuente: El Universo
fUENTE: eL uNIVERSO

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